Piensa
en la desesperación de una persona.
Si
se trata de alguien que no te importa, no sientes nada.
No
tienes conciencia de haberla perdido.
En
realidad, solo sientes que pierdes a alguien cuando es alguien a quien no
quieres perder.
Dream Away: The First Day I saw you
Había
perdido la noción del tiempo durante ese día. Todo me daba igual. Incluso
llegué a pensar que mi vida era un simple resultado de acciones combinadas:
comer, dormir, hablar con mis amigos, fingir que todo en mí ha mejorado, que
definitivamente pude olvidar todo lo que viví junto a Jaejoong, pero nada podía
estar más alejado de la realidad.
¿Cómo
se suponía que debía olvidar todo? ¿Cómo se suponía que debía aceptarlo?
Aceptar que ya no volvería era mucho peor que olvidarlo.
La
soledad de mi habitación no mejoraba mi humor; allí me encontraba,
atormentándome entre mis pensamientos. Recordando hasta el punto que mi corazón
ardiera como si lo abrasara el mismo sol. Jaejoong pasó de ser un nada a ser mi
mundo, de ser un simple muchacho de cualidades excepcionales a ser la persona
que más he amado. En mi realidad, un mundo sin Jaejoong era absurdo.
Jaejoong
significaba más que el inicio y el fin. Con su partida, mi mundo se desmoronó.
Su despedida fue como millones de puñales clavándose en mi cuerpo; todo dolía.
Y
siempre amanecía cubierto de lágrimas.
—¿En dónde estarás ahora, Kim
Jaejoong?
Mis preguntas se las llevaba el viento, tal y
como ocurría todos los días.
—¿Por qué me abandonaste?
Abrir mis ojos era darme cuenta de que ahora yo
estaba solo. En un mundo helado donde la soledad es la esperanza. Y a pesar de
que los meses seguían transcurriendo, la herida sangraba y los recuerdos la
hacían sangrar aún más.
—Te amo. Te amo Kim Jaejoong…
~.~.~.~.~.~
Me fastidiaba la sensación de saber que mi tiempo libre estaba agotado
cuando empezaba a finalizar agosto. Aunque mi tiempo libre me dedicara en
invertirlo exclusivamente para correr, podía concentrarme solamente en ello y
no desviarme en hacer tarea de Literatura.
Pero lo peor no era el hecho de que las vacaciones se habían terminado,
sino que este curso sería el último antes de marcharme a la universidad. Es
decir, la última vez que podría convivir en el mismo espacio con Junsu,
Changmin y Yoochun.
—Están por hacer la postulación de delegados para la clase. — Me susurró
Changmin desde el puesto de adelante. — Seguramente serás mencionado, así que
espabílate.
Escondí el rostro entre mis manos ignorando su comentario. Siempre
resultaba siendo elegido como representante de mi clase porque ningún ser
humano quería asumir la responsabilidad de al menos intentar controlar a un
salón entero, entonces me postulaban a mí y a Junsu para realizar el trabajo
sucio.
La mayoría de las veces esquivábamos varias responsabilidades que nos
asignaban los profesores como líderes. Era una verdadera carga tener que
hacerlas.
—Postulo a Jung Yunho. — Habló Junsu desde el otro extremo. Un suspiro
cansino salió de mis labios y con pereza me puse de pie hasta quedar frente al profesor.
Pero antes de que cualquier otro nombrara a Junsu, un muchacho desde la
esquina del salón levantó su brazo. Hasta ese instante nadie se había percatado
de su presencia, sin embargo, una vez que figuró el murmullo general no tardó
en formarse.
—Quiero postularme para ser delegado del curso yo también. — Dijo con
voz serena.
Junsu sonrió victorioso ante la propuesta del chico. Una punzada de odio
hacia el del fondo de la clase se hizo sentir en mi estómago.
—Si nadie más tiene postulaciones, entonces estos dos serán los
delegados del curso. Jung Yunho, Kim Jaejoong.
La profesora de Literatura nos sonrió a ambos y nos palmeó un poco en el
hombro para mandarnos a sentar.
Supuse que no debía ser el único extrañado de que alguien se ofreciera
de carnada para tiburones voluntariamente. Changmin tenía una de sus cejas
arqueadas y observaba con desprecio al muchacho llamado Jaejoong. Junsu solo
podía reír de mi pésima suerte y de su triunfo por evadir hacer este trabajo
conmigo.
Dirigí la mirada hacia Jaejoong que se encontraba leyendo un libro. Sus
ojos negros estaba absortos en la páginas que pasaba con gran delicadeza
mientras que su cabello negro cubría parte de su cara. Una expresión angelical,
pero eso no le serviría demasiado para defenderse. La mayoría de este lugar
eran crueles y particularmente no me estaba haciendo demasiada gracia su
personalidad. Supe que a ninguno de mis dos amigos tampoco con simplemente
echarles un vistazo.
Cuando cayó la tarde, los tres decidimos tratar de olvidar la incómoda
presencia de Kim Jaejoong y concentrarnos en lo que era importante. O al menos
para mí era mi mundo y mi manera de canalizar: entrenar. Mi mayor deseo era
competir en las pruebas de velocidad y romper mi propia marca. Cuando sonaba el
silbato para salir mi mente se encontraba totalmente en blanco y eso era lo que
me gustaba. Era el único de mi grupo que se enfocaba en hacer actividades
deportivas.
Changmin me saludó desde las gradas mientras comía un helado. Era el que
siempre se quedaba por las tardes mientras yo corría. Junsu por su parte se
dedicaba a cantar en mis horas de entrenamiento con algunos chicos del curso
superior; de allí conocíamos a Park Yoochun, que en ocasiones se saltaba las
clases para hablar con nosotros.
Pero había otra persona en las gradas: Jaejoong. En ese momento no se
encontraba leyendo su libro, solamente estaba sentado, sin observarme,
admirando el terreno ocupado por el resto de mi equipo de atletismo. Fruncí el
seño.
No sabía cuál era la razón de que su presencia me resultara tan
desagradable, en especial cuando no había cruzado ni una palabra con él. Era de
esas personas que desde la primera vez estás seguro que no tolerarás sin
importar lo que haga o diga. Al parecer no tenía ningún amigo.
—¡Yunho! — Gritó el entrenador muy cerca de mi oído. — ¡¿Qué demonios
haces que no te has colocado en el lugar que debes estar?!
Changmin comenzó a burlarse de mí desde su sitio y me hizo una seña
subiendo su pulgar.
Quise responderle al entrenador que estaba ocupado teniéndole lástima a
un muchacho de mi curso pero sería demasiado hasta para mí.
Cuando acabamos de entrenar mis piernas no daban para más. Prácticamente
me arrastraba hacia las gradas para tomar mis cosas y largarme a mi casa junto
a Changmin.
—Parece que alguien nos está siguiendo. — Me avisó Changmin sin ningún
tipo de disimulo. Giré mi rostro y comprobé que, efectivamente, Jaejoong estaba
caminando detrás de nosotros.
—Lo lamento. — Se disculpó con voz tímida. — La profesora de Literatura
pidió que los delegados de curso mañana trajéramos algunas ideas para unir a
los alumnos, pero Yunho ya se había marchado. Quería avisarle. — Sacó un papel
de su mochila y me lo entregó. — Estuve escribiendo algunas mientras corrías.
—No sé si te has dado cuenta, pero a Yunho no le importa ser el
delegado. No tiene interés y nunca ha tenido interés por serlo. Siempre lo
postulan. — Habló Changmin por mí.
Le sonreí de medio lado a Jaejoong y le devolví su papel de mala gana.
—Si estás tan preocupado por el curso, mocoso, deberías comenzar a hacer
el trabajo que elegiste voluntariamente. No me enseñes tus estúpidas ideas.
Cualquier otro me hubiese
escupido e insultado pero él no se inmutó de ninguna manera. Solamente seguía
observándonos alternativamente con su papel en mano.
—Entiendo. No te interesa lo que otros piensen. — Dijo por fin. —
Supongo que igual te pasa cuando corres, ¿no? — Meditó un poco. — Si la opinión
de otros no te importa, ¿por qué no te dedicas a correr el jardín de tu casa en
lugar de preocuparte por si tu entrenador de acepta?
Aquello me sacó de mis casillas. Lo tomé fuertemente de la camiseta y lo
estampillé contra la pared de un callejón.
—¿Quién te crees que eres para hablarme así, idiota?
—Kim Jaejoong. — Respondió con simpleza sin modificar su expresión. —
Soy Kim Jaejoong y veo que te alteras porque sabes que tengo razón.
Esta vez fue Changmin que le dio de lleno con el puño en la cara.
—Te crees la gran cosa, “Kim Jaejoong”. — Imitó su tono de voz. — Te
advierto que si te metes con mis amigos te metes conmigo.
La pálida mejilla de Jaejoong quedó enrojecida a causa del golpe. Sus
negros ojos me miraron intensamente hasta que un escalofrío me recorrió la
columna vertebral.
Tomé a Changmin del hombro evadiendo el contacto visual con Jaejoong y
seguimos nuestro camino a casa. No dejaba de murmurar maldiciones contra el
nuevo de nuestro curso, pero la actitud de Jaejoong era diferente a todo lo que
se esperaría de una persona promedio.
Ni siquiera al llegar a mi casa pude borrar la mirada de Jaejoong de mi
cabeza. Había sido tan profunda que por un segundo pensé que estábamos
estableciendo algún tipo de conexión.
—Qué tipo más raro. — Me dije a mí mismo. — Da algo de miedo.
Me dispuse a vaciar mi mochila
con cansancio. Mi sorpresa incrementó cuando me di cuenta que en un
compartimento estaba el papel que había querido entregarme hacía una media hora
atrás.
¿Cómo ser amigos?
Número uno: conocer a Jung Yunho.
Era todo lo que decía.
~.~.~.~.~.~
En un nivel inconsciente sí quería indagar más
de Jaejoong. A mis diecisiete años no era típico en mí iniciar una conversación
y menos si quería convencerme de que no me interesaba en lo más mínimo su vida.
Y esa misma noche soñé con sus ojos. Esos ojos
que ahora desearía poder ver cada segundo de mi vida.
Yo no pedí enamorarme de un ángel.
Acá reportándome con el prólogo de la historia: seguramente no entienden mucho.
Jaejoong no murió, simplemente se marchó. ¿Por qué?
Pues porque Jaejoong no era un ser humano: tal como Yunho lo dice al final. Se trata de un ángel :) Con la evolución del fic entenderán más acerca de las situaciones de ambos.
Hasta entonces~